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Channel: filosofía – La Ciencia y sus Demonios
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Menos cárceles y más neuropsiquiatría, ¡que estamos en el siglo XXI!

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La neuropsiquiatría lleva décadas demoliendo el erróneo concepto del libre albedrío, una entelequia sin base racional alguna derivada de la Filosofía y la Teología de nuestro más remoto y supersticioso pasado, que en aras de una supuesta exclusividad humana supone (en contra de todo el conocimiento científico actual por cierto) que esos monos con poco pelo y mucha cabeza que somos los (mal llamados en muchas ocasiones) sapiens tomamos nuestras decisiones libres de ningún condicionante, sea este interno o externo. Y esta creencia, más que irracional, termina derivando en muchas ocasiones en un inútil y más que prescindible sufrimiento para muchas personas y en un importante costo económico que bien pudiera ahorrarse la sociedad en su conjunto.

Porque al igual que cuando la Medicina, hace ya un par de siglos, abandonó supersticiones varias y obtuvo su más que innegable éxito a la hora de diagnosticar los males físicos del cuerpo humano como enfermedades (más o menos complejas) producidas por patógenos, genes alterados o malfuncionamiento de cada uno de los múltiples tejidos y órganos de los que se compone la complicada fisiología humana, es hora ya de que todo lo asociado con el más que intrincado comportamiento humano pase página y se libere también de esas viejas y más que supersticiosas ataduras de una supuesta y más que errónea concepción de que las decisiones humanas son únicamente el resultado de una caja negra llamada mente que, sin relación alguna con la fisiología humana y el entorno, hace que los individuos se comporten “libremente”.

Y para dar un poco de luz sobre el tema, nada mejor que el siguiente video, en donde la Dra. Kim Gorgens muestra el impactante dato de que la gran mayoría de las personas encarceladas o en libertad condicional de los EEUU han sufrido traumatismos craneoencefálicos que les han dañado de manera más o menos importante su capacidad de raciocinio.

Por tanto quizás ya sea hora de que sea la neuropsiquiatría, y no la simple justicia punitiva heredada de nuestro irracional y más que precientífico pasado, la que se encargue de tratar a las personas que han cometido algunos (o muchos) de los delitos incluidos en el código penal. Ello redundará en el bien tanto del condenado como en el de la sociedad en su conjunto, que podría prescindir de gran parte del gasto asociado al sistema penal (policía, justicia y prisiones) y sustituirlo por cuidados profesionales más allá de los bienintencionados, aunque más que escasos, recursos que parece ser que se están implementando en algunos lugares de los EEUU gracias a los estudios de la Dra. Gorgens.

 

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