En Ciencia es muy osado (y muchas veces más que erróneo) el negar categóricamente un futurible casi de ciencia ficción, tal y como ha demostrado un reciente experimento sobre restauración de funciones celulares en el cerebro de cerdos que llevaban muertos 4 horas.
En Biología en general y en Neurociencia en particular había casi un dogma que afirmaba que, una vez producida una parada cardiorespiratoria, el cerebro se dañaba irremediablemente en no más de 10-15 minutos. Sin embargo un impactante artículo recientemente publicado en la prestigiosa revista Nature ha venido a cuestionar dicho dogma y a abrir interesantes posibilidades que pueden dejar cortas a muchas obras de ciencia ficción.
Los autores recogieron cabezas de cerdos sacrificados en mataderos para la producción de carne, se las llevaron al laboratorio y esperaron 4 horas para asegurarse de que todas las funciones de la mencionada parte del animal habían cesado. A continuación conectaron las principales arterias y venas de esas cabezas a un complejo dispositivo denominado “BrainEx” cuyo diagrama se representa en la siguiente figura.
Este dispositivo permite bombear oxígeno, nutrientes y una mezcla de distintas sustancias protectoras del metabolismo celular. Las cabezas de los animales estuvieron conectadas a la máquina durante 6 horas adicionales, de tal manera que los investigadores encontraron de la manera más sorprendente que, tras más de 10 horas desde la muerte y después de cuatro horas en las que la cabeza cortada estuvo sin ningún tipo de tratamiento, las neuronas y otras células cerebrales habían reiniciado las funciones metabólicas normales, como son consumir glucosa y producir dióxido de carbono. Además observaron que también las células del sistema inmune presentes en el cerebro parecían estar funcionando otra vez.
Cuando analizaron más en detalle estas cabezas encontraron que las estructuras de las células y las secciones individuales del cerebro se habían conservado, a diferencia de las células de los cerebros de control (los que no recibieron la solución rica en nutrientes y oxígeno) que habían muerto.
Más llamativamente, cuando los científicos aplicaron electricidad a las muestras de tejido de los cerebros tratados encontraron que las neuronas individuales aún podían transmitir señales. Sin embargo, no se observaron patrones eléctricos coordinados en todo el cerebro, lo que hubiera indicado actividad cerebral sofisticada.
Aunque este sistema está todavía lejos de poder ser usado en personas, es más evidente que plantea un conjunto de preguntas que pueden modificar dramáticamente nuestro conocimiento sobre el cerebro y más importante todavía, abre la puerta a tratamientos casi de ciencia ficción. Así, si las cabezas diseccionadas de los cerdos se hubieran conectado a BrainEx a los 15, 30 o 45 minutos de la decapitación ¿se podría haber recuperado parcial o totalmente la actividad cerebral compleja?
Siguiendo esta lógica, supongamos que tras un accidente de tráfico un individuo fallece durante su traslado en ambulancia al hospital por graves heridas en tórax o extremidades pero sin embargo tiene el cerebro intacto. Al llegar a urgencias tras unos pocos minutos de muerte clínica ¿se debería intentar su resucitación cerebral con esta máquina, aunque ello significara que en caso de éxito el individuo sería una simple cabeza decapitada pero consciente?
O planteemos caso quizás más asequible para esta más que prometedora tecnología. Supongamos individuos con inminente fallo cardiorespiratorio o con cáncer terminal que sin embargo no tuviera metástasis en el cerebro ¿no habría gente que, ante el inminente y más que seguro fatal desenlace, pediría que antes de morir se le decapitase todavía en vida y se conectara su cabeza a la BrainEx versión Plus? Yo no sé ustedes, pero yo por mi parte es más que probable que ante esa disyuntiva eligiera seguir viviendo aunque fuera conectado a una máquina.
En resumen, que se abre todo un nuevo debate en el campo de la bioética y hasta de la legislación, ya que se tendrá quizás que reconsiderar el concepto de muerte clínica y evaluar la posibilidad legal de que algunos individuos conscientes quieran seguir viviendo conectados a máquinas casi cuerpo físico.
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