Quantcast
Channel: filosofía – La Ciencia y sus Demonios
Viewing all articles
Browse latest Browse all 134

Ciencia cristiana: desastre intelectual seguro

$
0
0

Ahora que por fin hemos dejado (desgraciadamente solo hasta el año que viene) ese hartazgo anual de superstición cristiana, basada únicamente en los delirios de evidentes enfermos mentales del pasado más remoto, quisiera traer a colación los peligros de la ignorancia religiosa cuando se traslada a la esfera de la Ciencia.

Hace ya unos años, dos climatólogos de la universidad americana de Colorado llevaron a cabo un estudio informático sobre la posible realidad del mito judeocristiano del Éxodo judío, más específicamente el relato bíblico del paso de Moisés y varios miles de israelitas fugitivos por el Mar Rojo en su más que cinematográfica huída de la (a tenor de las calamidades previas provocadas por la zarza ardiente en las dos tierra nilotas más que justificada) ira del faraón egipcio.

Los autores del estudio, publicado en una buena revista científica, simulaban mediante programas de ordenador distintas condiciones de viento en una determinada localización geográfica. Sus modelizaciones indicaban que un viento de 101 kilómetros por hora, soplando de forma continuada durante 12 horas y sin cambiar de dirección, pudo hacer retroceder las aguas de la zona estudiada en unos 2 metros de profundidad, abriéndose entonces un paso de tierra de unos 3 kilómetros de largo y 5 kilómetros de ancho que según los autores podría haber permanecido practicable durante 4 horas, puente entre dos tierras que podrían haber usado los israelitas si hubieran estado allí en ese momento.

El primer y más que relevante argumento contra este estudio es que uno (y menos un científico) pueda suponer de inicio cualquier hipótesis, ya que eso no garantiza ni demuestra de ninguna manera que el resultado final de esa suposición sea viable y aún menos posible. Por ejemplo, se puede modelizar en un ordenador que los burros tengan alas y luego estudiar sus características aerodinámicas, pero de ahí a decir que eso demuestra que los unicornios existan es una afirmación tan disparatada que sólo puede considerarse como una más que soberana majadería.

Ya que la primera regla del método científico (que parecen haber olvidado estos investigadores) consiste en proponer hipótesis plausibles, conjeturas que tengan posibilidades de verosimilitud con los datos científicos y hechos históricos previos, puesto que estudiar hipótesis sin ninguna base no sólo es un ejercicio inútil, sino que es una monumental perdida del escaso tiempo que tienen los científicos. Si un científico dedica su vida a estudiar hipótesis sin ninguna base racional está en la práctica faltando a su deontología profesional, puesto que está malversando el dinero (generalmente público) que se invierte en su salario y en sus experimentos. Y eso es dilapidar los impuestos de los ciudadanos que le han sido concedidos para que intente ¡de buena fe! ampliar el corpus del conocimiento científico.

Así, volviendo al tema central de este estudio la primera pregunta relevante sería ¿ese tipo de vientos tan potente, duradero y sobre todo constante en dirección que han modelizado los autores con un simple ordenador se producen de forma regular o esporádica en la zona estudiada?

Y aquí llega la sorpresa, puesto que como los autores no pudieron encontrar ningún dato de que este tipo de supervientos tan particularmente estables y potentes soplen o hayan soplado alguna vez por ningún lugar conocido de Egipto (ni ya de paso en todo África o incluso en el continente euroasiático), pues ni cortos ni perezosos indican en su estudio que vientos similares se han observado ¡dos veces! en medio de dos grande tormentas invernales: una en el norteamericano lago Eire ¡sí, ya sé que pilla un poco lejos la frontera entre Canadá y EEUU con el Egipto faraónico, pero parece que a nuestros autores todo les da lo mismo!. Y el segundo ejemplo que indican los autores del estudio es que el huracán Frances ¡en su momento álgido en el año 2004! llegó a levantar metro y medio el agua en uno de los estrechos cayos de Florida. El que ambos extraordinarios eventos hayan ocurrido a miles de kilómetros, en otro continente bajo condiciones climatológicas extremas, condiciones que no se han dado nunca en Egipto, parece que es poco relevante para nuestros investigadores.

Pero quizás lo más llamativo de este “estudio” científico es que los autores ni siquiera intentaran simular la región en la supuestamente ocurrieron los hechos narrados en la Biblia, es decir algún punto de la costa africana del Mar Rojo. Sorprendentemente los autores del estudio eligen sin embargo los alrededores de la antigua ciudad egipcia de Tanis, frente al Mediterráneo y un emplazamiento muy particular, ya que uno de los brazos del Nilo desemboca en la tranquila laguna interior adyacente a la ciudad. ¿Porqué este lugar es el elegido para el estudio cuando no existe ningún dato histórico o siquiera mitológico extraído del propio relato del Éxodo bíblico para elegir específicamente tal lugar? Pues aunque los autores no dan ninguna pista de porqué estudian está región y no ninguna otra del famoso Mar Rojo la causa es evidente, los datos de profundidad de dicho mar Rojo no muestran ninguna posibilidad de aguas muy someras rodeadas estrechamente de mucha tierra, que es lo que necesitan los investigadores para llegar a obtener el resultado obtenido. Es decir que ellos eligen arbitrariamente (por lo que bien podrían haber elegido el Golfo Pérsico, el estrecho de los Dardanelos o un valle encajonado entre los Himalayas) el único lugar conocido de Egipto que casualmente es un brazo angosto del rio Nilo encajonado entre dos orillas muy próximas. Como había comentado antes, es algo parecido a poner alas a los burros, aunque sea a martillazos para intentar obtener el resultado deseado.

Ahora bien, supongamos que los autores del estudio están en lo cierto, los judíos se encontraron en realidad en ese angosto paso cercano a Tanis y luego los narradores bíblicos magnificaron el evento y llevaron su historia al Mar Rojo. La pregunta que surge ahora es ¿cómo con viento de 100 km/h (a favor, lateralmente o en contra) pueden avanzar durante varios km, no ya esforzados atletas de decatlón, sino varios miles de pobres esclavos fugitivos? Aquí los autores guardan un más que sospechoso silencio.

Pero es más, como los autores de este estudio parece que sólo entienden de ordenadores y nada de Historia, se les ha escapado otro “pequeño” (y más que relevante) detalle de la biogeografía: y es que el Nilo se caracteriza por ser quizás unos de los ríos del mundo con mayor aporte de limos. Ausencia más que sorprendente pues no sólo para los expertos, sino para cualquier persona mínimamente familiarizada con la historia del Egipto antiguo o si hubieran leído algo de cómo se formó el Imperio faraónico hubieran entendido que la riqueza de Egipto se basaba en que estos densos limos tan abundantes en el Nilo fertilizaban las tierras adyacentes haciendo posibles las espectaculares cosechas que permitieron a los faraones mantener su poder durante milenios.

Por tanto, aún cuando ese tan particular viento hubiera eliminado el agua de esos 15 km2 de ese brazo próximo a Tanis que se deriva de sus cálculos informáticos (y dejando de lado que en ese caso los israelitas lo mismo hubieran volado directamente), la más que considerable capa de limo húmedo acumulado durante siglos en esa zona del delta con poca corriente debería haber sido una trampa mortal para cualquier loco que se hubiera atrevido a pasar por allí, a no ser por supuesto que ese viento tan particular hubiera sido tan caliente que hubiera podido secar en esas pocas horas el inmenso fangal de la zona, algo así como un supersecador atmosférico ¡total, ya puestos por pedir que no quede!. Porque lo que parecen olvidar nuestros estudiosos es que a lo largo de la Historia ríos mucho menos caudalosos y más cortos que el Nilo han tenido que ser dragados recurrentemente para evitar que esos fastidiosos limos que transporta la corriente acaben colmatando las vías navegables.

Imaginen la trampa mortal de varios miles de esclavos: mujeres, niños, ancianos intentando pasar por un lodazal de varios metros de profundidad. Es más que probable que el resultado final hubiera sido una escena dantesca en donde todos esos pobres desgraciados hubieran acabado engullidos, como en esas viejas películas del western clásico en donde el protagonista queda atrapado en las famosas arenas movedizas.

 

Por supuesto que este tan particular estudio levantó en su momento agrias críticas, tal y como quedaron reflejadas incluso en la web del mencionado artículo, en donde diversos internautas (algunos de ellos miembros del comité editorial de la propia revista) indicaron a los autores del estudio que en la actualidad no existe evidencia histórica alguna que permita suponer que los judíos estuvieran cautivos en Egipto en ningún momento. Así, unos de los críticos indica en este más que demoledor comentario al artículo que

Debido a que nunca hubo un Éxodo, un intento de prueba física sobre la separación del Mar Rojo es más que tonto.

La evidencia arqueológica es concluyente: los judíos nunca estuvieron en Egipto, nunca hubo un Éxodo ni una conquista judía de la tierra de Israel. De hecho, los judíos aún eran politeístas cuando se suponía que había tenido lugar la primera Pascua. Los judíos y cristianos que deseen fingir lo contrario harían bien en leer los hechos presentados por Ze’ev Herzog, Israel Finkelstein, William Dever y muchos otros.

William Dever, un arqueólogo bíblico cristiano que se involucró en este asunto para probar la verdad del relato bíblico, cuenta cómo su investigación sobre la historicidad de la Biblia lo llevó a perder la fe cristiana en “Perdiendo la fe: quién hizo y quién no hizo, cómo la Academia afecta a los académicos“:

“Hace unos 15 años, en mi trabajo arqueológico comencé a escribir sobre el antiguo Israel. Originalmente escribí para refutar a los minimalistas bíblicos; luego me convertí en uno de ellos, más o menos. La conversión de Abraham, la promesa de la tierra, la migración a Canaán, la salida de Egipto, el Éxodo, Moisés y el monoteísmo, la Ley del Sinaí, la realeza divina: la arqueología pone en duda todo esto. Mi larga experiencia en Israel y mi creciente incertidumbre sobre la historicidad de la Biblia significaron que fue el final para mí”.

Vale la pena leer el artículo de Herzog en Ha’aretz que trata de presentar estos hechos con la mayor firmeza, pero también suavidad posible, a los ciudadanos israelíes. Muchos israelíes y cristianos siguen negando profundamente el hecho de que todas las historias importantes del Antiguo Testamento están desacreditadas por los hallazgos arqueológicos.

Esto es lo que los arqueólogos han aprendido de sus excavaciones en la Tierra de Israel: los israelitas nunca estuvieron en Egipto, no vagaron por el desierto, no conquistaron la tierra en una campaña militar y no fueron las 12 tribus de Israel. Quizás aún más difícil de asimilar es el hecho de que la monarquía unida de David y Salomón, que la Biblia describe como un poder regional, era a lo sumo un pequeño reino tribal. Y para muchos será una sorpresa desagradable que el Dios de Israel, Jehová, tuviera una consorte femenina y que la religión israelita primitiva adoptara el monoteísmo solo en el período menguante de la monarquía y no en el Monte Sinaí. La mayoría de los que se dedican al trabajo científico en las esferas interconectadas de la Biblia, la arqueología y la historia del pueblo judío, y quienes una vez entraron en el campo buscando pruebas para corroborar la historia bíblica, ahora están de acuerdo en que los eventos históricos relacionados con las etapas de la emergencia del pueblo judío son radicalmente diferentes de lo que dice la historia …

Y cuál fue la respuesta de los autores del estudio a las críticas? Pues se la traduzco literalmente:

La historicidad del Éxodo está más allá del alcance de nuestro estudio.

Y asunto acabado.

En resumen, los autores analizan una suposición que no tiene visos de realidad, en una región equivocada, con unos parámetros y condiciones que no se han dado nunca en esa región y llegan a unas conclusiones casi fantasiosas y sin embargo se quedan tan satisfechos sugiriendo que es posible que un relato mitológico puede haber sido real ¡Eso es ciencia cristiana de la buena!

Aunque en el fondo nada de esto debería sorprender, puesto que el autor principal del estudio (tal y como el mismo indica en el apartado de conflicto de intereses) mantiene abierta una página web sobre evolución que comienza con

Los asuntos que estudiamos aquí tratan de la Vida y la Muerte, la Salvación y la Vida Eterna. Es completamente apropiado y necesario que comencemos orando a Dios. Si usted no es creyente, puede omitir esta sección.

y en la que se define como un creyente fundamentalista ¡pero que acepta la evolución!. En esta web defiende que

Hay muchas tonterías sobre la teoría de la evolución: que niega el nacimiento virginal, que niega la resurrección corporal de Jesucristo. Con suerte, este ensayo al menos disipará algunas de esas declaraciones falsas.

junto con una “evolución teísta“, cuyo principal argumento es esa vieja estrategia de que todo lo escrito en la Biblia que choca con el actual conocimiento científico debe ser leído como alegorías y no debe ser tomado de forma literal. ¡Otro piadoso que, aunque se considera humilde, es capaz de entrar en la mente de su todopoderoso creador e interpretar que es lo que quiso decir en cada versículo del libro sagrado!.

P.D.

Esta entrada es una actualización de otra previa publicada en mi blog personal hace algún tiempo.

Entradas relacionadas:


Viewing all articles
Browse latest Browse all 134

Trending Articles