El mal ha sido siempre la principal preocupación (cuando no obsesión) de esos monos bípedos con poco pelo y con un gran cerebro autodenominados sapiens. Y ¿qué mayor expresión del poder del mal que esas más que genocidas pandemias que a lo largo de la Pre y luego Historia han diezmado a generaciones de humanos durante milenios? Pues bien, según un reciente estudio científico todo ese más que elaborado constructo socio-supersticioso sobre malévolos demonios, siempre dispuestos a disfrutar con el dolor y la sangre de la Humanidad no es más que un adaptación evolutiva frente a los más que letales (y reales por cierto) patógenos.
Hasta la formulación de la Teoría Microbiana de la Enfermedad (así, con mayúsculas puesto que en Ciencia no existe una forma más rigurosa, confiable y completa de conocimiento posible) y durante milenios todas las culturas han echado la culpa del dolor, los sufrimientos y las muertes a un conjunto de entidades más o menos malvadas y sanguinarias, denominadas demonios, supuestas realidades espirituales que encarnaban el Mal o la Maldad con mayúsculas. Sin embargo, la Ciencia está desvelando un realidad mucho más prosaica y más acorde con las características de un cerebro primate que evolucionó para extraer correlaciones más o menos simples que sin embargo, no debían ser necesariamente ciertas para permitir un ventaja evolutiva (es decir, reproductora) para esos más que irracionalmente ignorantes monos cabezones que fueron nuestros antepasados.
Una treintena de investigadores de más de veinte países acaban de publicar un más que interesante estudio que relaciona las más que omnipresentes creencias en entidades diabólicas con los patógenos. Analizando datos extraídos para 186 culturas distintas que abarcan una amplia gama de diferentes sociedades en todo el mundo (desde preindustriales hasta agrícolas tecnológicamente avanzadas), junto con datos de archivo de alrededor de 58.000 personas en 50 países diferentes, recopilados entre 1995 y 1998 y entrevistando a más de 3.000 estudiantes universitarios de 28 países, los análisis de regresión logística multinivel mostraron que las creencias en entidades maléficas estaban correlacionadas de manera significativa y positiva con la prevalencia histórica de diferentes patógenos (malaria, dengue, filarias, tifus, tripanosomas, leishmanias, esquistosomas, peste, lepra y espiroquetas) en esas mismas sociedades y/o grupos y no con otras variables.
El autor principal del estudio sugiere que
históricamente estas creencias pueden haber evolucionado para explicar los efectos de los patógenos
en un mundo precientífico, que no disponía ni del conocimiento ni de las herramientas necesarias para obtenerlo de manera verificable.
Ya que como muy bien explica el astrofísico Neil de Grasse nuestra especie, moldeada por la evolución para reconocer patrones en la Naturaleza, inventó la superstición en todas sus variantes, porque la inteligencia sin conocimiento lleva inevitablemente al error.
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