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Channel: filosofía – La Ciencia y sus Demonios
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22 siglos de método científico tirados al cubo de la basura

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Después de varios siglos de un conocimiento científico increíblemente  exponencial, resulta que algunos pobres analfabetos científicos cuestionan de la manera más risiblemente ignorante uno de los descubrimientos científicos más antiguos, ese que los investigadores griegos de la época clásica habían demostrado de la manera más inequívocamente cierta: la esfericidad terrestre.

Allá por el siglo VI AEC algunos pensadores griegos empezaron a elucubrar sobre la posible esfericidad de la Tierra. Pero no fue hasta el 240 AEC que el más que brillante Eratóstenes, ayudado únicamente por su intelecto y por el conocimiento de que en la ciudad  egipcia de Siena los objetos verticales no proyectaban sombra alguna y la luz alumbraba el fondo de los pozos en el día del solsticio de verano, definió por la más simple trigonometría no sólo que la Tierra debía ser esférica, sino que estimó su tamaño con un error de tan sólo el 15% según los historiadores que piensan que usó como medida el estadio ático-italiano o incluso de un más que minúsculo 1% según aquellos eruditos que opinan que el griego realizó sus medidas sobre la base del estadio egipcio.

Pues bien, aunque resulte increíble que tras más de 22 siglos en donde se han ido acumulando las más que evidentes pruebas de la esfericidad de la Tierra: desde la perspectiva de y desde los barcos en el horizonte,

pasando por la circunnavegación planetaria de Magallanes y Elcano, hasta las más que increíbles fotografías o videos de la Tierra vista desde el espacio,

a día de hoy un grupo de irreductiblemente analfabetos científicos pregonan por internet y las redes sociales que todo es un inmenso fraude perpetrado por algunas de las más que brillantes mentes que ha dado la Humanidad en estos dos últimos milenios, incluidos prácticamente todos los investigadores de las diferentes agencias espaciales del actual mundo capitalista, así como del extinto bloque soviético. Y así por ejemplo hay toda una serie de asociaciones de defensores de la Tierra plana entre las que destaca la “Flat Earth Society”, fundada un año antes del lanzamiento del primer Sputnik y que según la Wikipedia tiene unos 3.000 miembros.

Este movimiento negacionista ha tenido esta semana pasada sus quince minutos de gloria, cuando un “científico autodidacta” ha intentado lanzar al espacio un cohete de su invención para demostrar que en realidad la Tierra es plana, disco que tendría su centro en el Polo Norte y estaría rodeado de un muro de hielo de 45 metros de altura que hace las veces de límite, cuya longitud debería de ser de unos 40.000 de kilómetros. Ríanse ustedes del Muro de la famosa serie de novelas “Juego de Tronos”.

Pero lo malo de todo este asunto no es que un pobre alucinado quiera meterse en un cohete casero, fabricado por el mismo para jugarse la vida al lanzarse a varios kilómetros de altura y poder ver con sus propios ojos la realidad, por cierto que menudo chasco se va a llevar el interfecto, es que este”experto” afirma rotundamente que

No creo en la ciencia. Sé sobre aerodinámica y dinámica de fluidos y sobre cómo se mueven las cosas a través del aire, el tamaño de las boquillas de los cohetes y el empuje. Pero eso no es ciencia, es solo una fórmula. No hay diferencia entre la ciencia y la ciencia ficción.

Como reza la expresión, hay quien confunde la gimnasia con la magnesia y en este mundo hiperconectado puede dejar cibernética constancia en el tiempo y en el espacio de su infeliz analfabetismo científico.

P.D.

Les dejo con el sonriente analfabeto y su cohete.

 

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